Concepción Moya durante su charla Foto: GACETA
La ermita del Humilladero podría datar del siglo XVI y haber estado dedicada a San José antes que a la Virgen de Peñarroya. La historiadora local Concepción Moya cree que hay suficientes indicios para aceptar esta hipótesis, desdiciendo así al anterior cronista de la villa, Antonio Romero Velasco, que fechaba su construcción en el siglo XVIII. De acuerdo con esta investigación, la advocación a la Patrona de La Solana sería posterior a la que tuvo en sus inicios. Ofreció una conferencia en la parroquia de Santa Catalina titulada “El Humilladero y la Virgen de Peñarroya”.
La historiadora explicó la génesis de un humilladero como pequeña ermita o simple mojón religioso que se construía en la entrada de los pueblos como punto de oración. No se conoce con exactitud el origen del de La Solana, aunque ha encontrado un documento fechado en el año 1550, “hay una orden para construir un humilladero pequeño, aunque muy reformado en la actualidad”. En este caso, coincide que se encuentra en una de las entradas a La Solana, el camino de Toledo, junto a un antiguo abrevadero, El Pilar, y un pozo, el Pozo Concejo, ubicado en las cercanías.
Según declaró, ese primer humilladero habría rendido culto a San José, retrasando su advocación mariana a una fecha posterior. “Es significativo que se siga llamando Humilladero y no ermita de la Virgen de Peñarroya, lo que hace pensar que fue anterior a su culto”.
En cuanto a la fiesta, cree que ha cambiado muy poco desde hace siglos. “Hay datos de un tambor, un capitán y un ofrecimiento”. El tambor podría ser el toque de la popular “caja de la virgen”, que se toca en las romerías. El capitán sigue siendo una seña de identidad exclusiva de la cofradía solanera. “Al chico del tambor se le pagaba y al capitán se le daba una cantidad y grano para pagar el convite”. En cuanto al ofrecimiento, hay datos del siglo XVII donde la Patrona recogía 1.000 reales, cantidad considerable para la época.
En cuanto al copatronazgo que La Solana comparte con Argamasilla de Alba, Concepción Moya recordó que las ordenanzas de la cofradía solanera son más antiguas. En todo caso, la virgen también se llevaba a otras localidades de la comarca, en especial cuando había plagas u otras desgracias. Bastaba con la autorización del alcaide del Castillo de Peñarroya, fortaleza-santuario donde la imagen permanece una cuarta parte del año.